La lucha social que caracteriza la formación social e político-económica Latinoamericana adquiere nuevos contornos al entrar en el actual siglo. Los movimientos sociales, con un espectro amplio de reivindicaciones ocupan la escena política y consiguen incidir en las políticas estatales.
Evidentemente que el carácter desigual y combinado con que la hegemonía mundial se territorializa en América Latina se amalgama con la correlación de fuerzas internas de cada uno de sus países para ofrecer las condiciones para que el Estado y sus acciones configure una determinada articulación institucional. Resaltando la pertinaz e histórica heterogeneidad estructural y dinámica de América Latina y el Caribe, su inserción en el sistema mundial permite, desde la óptica de la heteronomia, analizar la región como un conjunto.
Desde los albores de la configuración del moderno sistema-mundo colonial, la incorporación latino-americana, por una diversidad de mecanismos de explotación e expoliación, inaugura su condición subalterna. En estos más de cinco siglos – más allá de discursos populistas, espejismos coyunturales y dimensiones del Producto Bruto Interno– no hubo movilidad vertical en la jerarquía geopolítica global para los países al sur del Rio Bravo, al punto de tornar impracticable la negación de la actualidad dinámica de su inserción imperialista.
História
Distantes de pretensiones exegéticas, recordamos que durante el transcurso de la formación de los Estados se consolidan sectores dominantes nacionales con diversa consistencia en los países latino-americanos, predominantemente herederos de las relaciones coloniales – ese proceso sucede aproximadamente desde el inicio del siglo XIX hasta las tres primeras décadas del XX –, permitiendo la constitución de bloques económico-políticos de carácter marcadamente oligárquicos (Suárez Salazar, 2003; Boron, 2012), fuertemente sustentados por la apropiación de grandes extensiones de tierra para reafirmar la “vocación” extractiva.
Los más relevantes en ese aspecto, considerando sus dimensiones territoriales y geopolíticas, son Argentina, Brasil y México; siendo que en prácticamente todos los países de la región las clases dominantes y/o asociadas al capital transnacional concentran parte considerable de las riquezas, así como desempeñan importantes papeles en los procesos de decisión nacionales.
Al mismo tiempo, una inmensa masa de trabajadores han incesantemente luchado por mejorías en sus condiciones de vida – vivenciando espasmos de relativa bonanza – que, ante la recomposición de las fuerzas hegemónicas, esa dinámica es contenida, cuando no provoca el recrudecimiento de las condiciones de pobreza para la mayoría de la población.